CROMATICA
El término ‘círculo cromático’ es utilizado
para hacer referencia a la forma de representación geométrica y plana
de los colores. El círculo cromático no es más que una simbolización de la
escala de colores que forman el universo y que el ser humano puede observar con
su visión. Estos colores están dispuestos de manera escalonada y progresiva
entre diferentes tonos del mismo color que acercan a uno u otro color
distinto.
En el latín, y más exactamente
en chromatĭcus, es donde se encuentra el origen etimológico de
la palabra cromático. No obstante,
hay que subrayar que el mencionado término latino procede a su vez
del griego Χρωματικός.
Una vez dejado todo
ello claro es necesario determinar el significado
del concepto que nos ocupa, que es un adjetivo con el cual
se define a todo aquello que pertenece o se refiere a los colores. Así,
partiendo de dicha acepción, nos encontramos con que podemos hablar de lo que
se conoce como círculo cromático. Este es un círculo que se confecciona
distribuyendo a lo largo de él toda la serie de colores que dan lugar al
segmento de la luz.
No obstante, dicho término también tiene un
segundo significado que, en este caso, va en relación a lo que es otro arte: el
musical. Así, dentro del ámbito de la Música es empleada
la palabra cromático para referirse a un género, dentro de los
tres existentes en aquella disciplina, que se caracteriza porque procede
de semitonos.
Un campo en el que además se utiliza
esta palabra para acompañar a otras con las que forman términos específicos
tales como semitono cromático o diatónico cromático.
Pero no acaba aquí. Este concepto es además
utilizado en el ámbito de la óptica y lo es para hacer referencia a
un material (que puede ser un cristal o un instrumento
específico) que se define porque al utilizarlo para visionar se perciben los
distintos objetos con un contorno con los colores del arco iris.
El color es más que un fenómeno óptico y que
un medio técnico. Se manifiesta en otros ámbitos del ser humano, como el
físico, el fisiológico, el perceptual, el psicológico, entre otros. Los colores
tienen la capacidad de afectarnos o influenciarnos, e incluso de llevarnos a
diferentes sensaciones. Esto es producto de un fenómeno psicofisiológico, como
también por un fenómeno puramente psicológico.
En el ámbito psico-fisiológico, nos referimos
a la sinestesia cromática. Fisiológicamente se denomina sinestesia a la
sensación secundaria o asociada producida en un punto del cuerpo humano, como
consecuencia de un estímulo aplicado en otro punto diferente.
Psicológicamente las sinestesias son imágenes
o sensaciones subjetivas, características de un sentido, que vienen
determinadas por la sensación propia de un sentido diferente. En la perspectiva
psico-fisiológica la diferencia entre sensación y sinestesia se basa, principalmente,
en que la sensación es el acto mental por el que entramos en contacto con el
entorno que estamos sintiendo, mientras que la sinestesia es el acto puramente
cerebral en el que no interviene el objeto percibido, no existe una real
lectura de este, sino que es la actitud mental de las imágenes entre sí.
El proceso de sinestesia se produce porque los
órganos de percepción humana traducen la información que portan las ondas de
radiación energética a su lenguaje, a su correspondiente sistema –acústico,
visual, olfativo, háptico; entonces la sensación primaria (lo que realmente
estamos percibiendo) llega determinada por dicha traducción al cerebro, el
cual, obtiene las imágenes mentales o vivencias del mundo que nos rodea.
Podemos decir entonces, que el proceso sinestético se da a través de una
vinculación entre sensación percibida y sensación decodificada.
Una sinestesia cromática provocada por una
determinada sensación puede parecer una cualidad del objeto emisor, es decir,
que quien experimenta la sinestesia siente inclinación a suponer que dicho
fenómeno forma parte del entorno, del objeto; cuando en realidad lo que vemos
forma parte del mensaje, de la radiación emitida según la impresión sensorial
del receptor.
Más claramente esto se da cuando ciertos
colores nos aparecen ligados a sensaciones físicas, como por ejemplo, del gusto
o del tacto. Ciertos tonos de naranja, amarillo y verde pueden parecernos
ácidos al gusto, porque los asociamos al color de las frutas cítricas: naranja,
limón y pomelo. Por su parte colores claros y pasteles como el rosado, tonalidades
de amarillo pálido y celeste, pueden parecernos más dulces, porque los
asociamos a los colores de los caramelos o de los malvaviscos. Ciertos colores
fuertes y saturados pueden aparecer como duros al tacto, ya que dura es también
la forma en que llegan a nuestros ojos, llamando mucho la atención y destacando
por sobre otros colores en la misma composición. Contrariamente, los colores
más pasteles y menos saturados, los percibimos como blandos al tacto, puesto a
que no se resisten a combinarse entre sí y llaman menos la atención.
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